viernes, 8 de enero de 2010

Queria Mama Ana:

Ahora que no tengo la sabiduría de tus palabras, ni el calor de tu amor, ni la fuerza de tu fe, te extraño más que nunca pero no dejo de sentirte. Ya han pasado 5 años desde que sufrimos tu enorme partida. Como nos duele todavía, se nos hace tan difícil imaginar que ya no habrán esas infinitas tardes “en casa de mama”, o esas navidades llenas de color y alegría solo porque contábamos con tu presencia o nuestros tradicionales domingos de BBQ o esos días que no tenían nada de especiales pero aun así ir a sentarnos en la galería a contar las novedades, era más que el pretexto perfecto para ir a tu casa. Esa casa tuya, nuestra, de todos, patrimonio familiar, el que todos amábamos de una manera extrañamente particular.
Todavía no olvido la manera en como tu perfume se impregnaba en mi ropa al darte aquellos fuertes pero tiernos abrazos, que aunque no fueras muy amante de las extremas demostraciones de cariño, los correspondías sin queja alguna, al contrario, devolviéndome genuinamente aquella mezcla de firmeza y ternura que confirmaban lo mucho que me amabas. Espero que donde quiera que estés sigas amándome; yo te amo igual, mejor dicho, te amo mucho MAS, pues ahora que se lo que es tu ausencia me arrepiento de no haberte dicho con más frecuencia lo que eres para mi y que fuiste la persona más especial que en la vida había tenido.
Pienso y analizo, necesito volver a sentir tu cariño en mí, es preciso tu amor. No puedo explicarte cuantas veces estuve indignada con Dios, quería cambiar mi vida, irme lejos de todo lo que me recordara tu nombre, por dentro era solo una bomba de tiempo y por fuera poseía la mejor mascara que haya existido, la más falsa. Pero no podían culparme, era apenas una niña, no sabía cómo manejarme, no entendía bien lo que estaba pasando. No debía cuestionar las cosas de Dios, mucho menos sus actos, no habría sido algo que esperarías de mi, ni hubiera sido el ejemplo que me inculcaste por tantos años, pero es que te extrañaba tanto Mama Ana, abuelita querida que, qué más podía hacer...
Ahora que la madurez de los años y esta adolescencia tardía mezclada con la juventud inexperimentada de los próximos años, he comenzando a sentir que te respiro en cada aire puro de las mañanas y en el rocío de tus jardines que yacen en mi memoria, siento tan dentro de mi aquellas palabras tuyas llenas de sabiduría, respaldadas de aquella inquebrantable fe, ejemplo vivo de devoción desmedida.
Te amo tanto, tanto, tanto, que ni palabras ni sentimientos sobre la tierra, ya sea por grande, profundo o sincero puede si quiera semejarse, he aprendido tanto de ti, aun estando lejos, aun ya no teniéndote presente. Quiero decirte que te dedico todo logro que alcance, toda meta que me proponga, todo mis aciertos, todo paso que te haga sentir cada día más orgullosa de mi. Aunque no estés aquí a mi lado, se que desde allá arriba, en el cielo, estas mirándome, cuidándome, apoyándome y sobretodo amándome de la misma forma que lo haré yo por el resto de mi vida. TE AMO MAMA ANA.

Marie R. Viñas