viernes, 13 de agosto de 2010

El día que partiste

Era 5 de mayo aquella noche de la amarga noticia. Partías, me decías, hacia un lugar donde sentías que pertenecías. Yo, entre dolor y llanto te pedía, que no me abandonaras aquí, en este mundo donde solo a ti te tenía.

El día que partiste ha sido el momento más triste de mi vida, y aun después de estos 20 largos años, donde otro ocupa mi vereda, y donde seguro otra ocupa tu sendero, molesta tu ausencia. Lo recuerdo perfectamente, ese día llevabas puesto pantalones marrones, y aquella chaqueta de cuero que te regalé, en total 2 maletas, se supone que no era un viaje para siempre, tu sombrero de artista y tu sonrisa radiante.

Te despediste esa mañana fría con lágrimas en tus ojos y con mi corazón en tus manos, devolviéndomelo roto, sangrando y latiendo lento; yo por mi parte sin decir palabras, me quede quieta, silente, viéndote partir y soñando en el día aquel donde cumplirías tu promesa de volver.

Pensé, ya se fue mi mitad, mi pedazo de cielo, mi pensamiento, mi risa indiscreta, mi sonrisa traviesa. Pero me dejó el sentimiento, su corazón que le intercambie por el mío, mis ganas de verlo, de besarlo, de sentirlo. Buen viaje amor mío, que sea Dios que guie tus pasos y cuide tu vida. Te quiero con toda mi alma, no me olvides, que tu corazón no abandone el mío con el vaivén de los días, que tu pensamiento me piense de vez en cuando, que recuerdes que aquí te espera tu otra mitad, aquella ilusa que piensa que eres solo de ella.

Regresé a casa, donde mi mente seguía llenando tú espacio vacío donde con el tiempo vino a ocupar otra persona. Está llena de recuerdos, de momentos, de fotos, de besos, de caricias, de todo lo vivido pero faltas tú, faltas para llenar el vacío de tu ausencia; con tus risas, tus alegrías, tus tristezas, tus palabras, tus silencios; con esas cosas tan tuyas.

Y así el tiempo fue pasando lentamente, las semanas, los meses y los años, nunca más escuche de tí, aunque muchos intentos realicé. Se secaron mis ojos de llorar y mi corazón paro de latir, la inercia del día a día pronto se apodero de mí.

Pero como en la vida nada es para siempre, ni un perfecto amor, ni el perfecto sentimiento, a los 5 años de tu confusa partida apareció él, quien sin esperar o planear, logró reavivar el corazón inmóvil que habitaba en mi, logró escavar y construirme una sonrisa y lleno tu espacio, tus risas, tus caricias, tus besos. Él, a quien le debo mí vuelta a la vida.

Hoy he recibido tu carta, confundida releo el remitente, para mi sorpresa eras tú; tu nombre y dirección, código postal y firma. Y esa película vieja y malgastada que casi no encuentro, me recordó todo lo que hoy pude narrarte, pero sin llantos ni dolores, solo recordando mis momentos más preciados contigo, los que debo recordar, los que te agradeceré de por vida.

Abro la carta y empiezas, “Hola princesa, ¿Cómo has estado?..”; pienso que quizás los años, y esta ausencia no te han dejado olvidarme, pero lo siento, hoy por hoy no hay en mí lo que viniste a buscar después de tu largo viaje.

-Marie R. Viñas