sábado, 20 de noviembre de 2010

Hoy

Hoy, mientras manejaba en la carretera, donde suelo estar esos días que me invade la más grande de las tristezas y la soledad mas abrumadora, hago un recuento de aquellos inolvidables momentos contigo, de ese amor que sentíamos, el que ya no sé si exista, de esa ilusión que compartíamos, de esa ternura de niños que nos invadía. Como me hubiese gustado ponerle otro fin a la historia, cambiar los personajes, los escenarios, los diálogos y sobre todo, el guión.

En un acto consciente, he decidido pensar en ti. Tu sonrisa que dibujaba en mi mente días de una ilimitada dicha, esas manos que escribían en mi corazón palabras de un lenguaje extraño que yo no conocía pero que sin duda comenzaba a amar, ese calor que pedía a gritos mi cuerpo cuando no estabas, esa voz que puede reavivarme el corazón o matarlo para siempre.

Y creo que por orgullo nunca vas a volver, y me pregunto porque me dolerás tanto, porque te calaste en los espacios mas escondidos de mi alma, donde ya no te puedo encontrar, donde nunca he estado yo. Y ando buscando mi musa, que se me perdió tras tu huella, para lograr reanimarme el corazón.

No quisiera interferir ahora en tu vida, en tus planes, en tu rehabilitación. Sé que con mi adiós o tu adiós o con el hasta luego, dejamos de por medio un espacio entre los dos donde han venido a ocuparlo otras circunstancias, por eso me mantengo inmóvil, sin derecho a aparecer en tu vida, sin buscarte.

Y no pretendo que me entiendas o que quieras, que me creas, o me quieras, pero esto es lo único que me ata a ti, este recuerdo latente, tan palpable, que se nota de lejos. Yo sigo aquí entre reclamos propios de un alma que me dice a gritos “¡de qué manera te equivocaste!” y tengo suficiente con esta cárcel, con estas dudas y con mi imaginación. Pero lo sé, así han quedado las cosas… Nuestras cosas.

Y de este poquito de aliento que me queda al pensar en ti, le pido a Dios que retrase tu olvido, que me guarde para tu futuro, que te guarde para el mío, porque debo admitir, que no me encuentro sin ti.

“Recuerda que hubo una loca que de ti se enamoro, que flotando en tu mirada se perdió...”

Marie R. Viñas