martes, 23 de agosto de 2011

A ese que ya no es

Sucedió un lunes cualquiera. Había amanecido sin nada en mente, haciendo todo lo que acostumbro, despidiendo la mañana con el abrir de mis ojos. Era todo tan cotidiano y normal, que el destino jugó con mi confianza, me despisto y usándome, como siempre, me dejo caer.

Te conozco desde hace dos años, fue en un espacio comprimido, en donde las ideas a duras penas fluían, donde te sentías invadido por personas que no conocías, por un grupo ajeno a ti y eso hizo que fueras el mas agrio de los presentes. Al verte algo en ti llamo mi atención, no del todo agradable pero seguro, algo se movió en mi, y yo ni cuenta me di.

Tampoco fui de tu agrado. Suelo, inconscientemente, revestirme de una capa protectora, como me gusta llamarle, para no demostrar quizás mi flaqueza, vulnerabilidad o inocencia. Lo notaste enseguida y ese día no cruzamos palabras. No se en que momento y bajo que circunstancias menguaron las cosas, pero seguro dí el primer paso, bajé un poco la guardia y te demostré con una sonrisa, que tu rápido análisis negativo sobre mi persona, era totalmente erróneo.

Y nos volvimos simplemente amigos, estaba enfocada en otras cosas y etiquete la relación. Tu, caballero y comprensivo, siempre estuviste ahí, aun no estando. Te convertiste en el mejor amigo, en el confidente, y hasta en el protector. Recuerdo vagamente momentos en donde prefería estar contigo, que con otra persona, pero no supe interpretarlo, hasta ahora, hasta estos momentos.

Dios siempre me sorprende, tiene formas de manejarse casi imperceptibles, imposibles de entender. Esa noche, ese lunes, ese momento, ese lugar, fueron los testigos de ese reencuentro, amistoso como siempre, pero que cambiaría mi vida y marcaría una linea de antes y después. No estaba segura de las señales, creo que a duras penas las vi, pero fue tu insistencia disimulada, tu preocupación sincera y tu amor sin medidas los que hicieron que mi corazón desconfiado y herido, cayera, con lo poco que le quedaba, rendido a tus pies.

Te di lugar en mi vida hace dos años, pero fuiste escalando peldaños, suavemente, disimuladamente, pasivamente, certeramente y seguro de poder lograr tu cometido. Y ahora me veo aquí, escribiéndote para hacerte saber por otro medio, lo que siento por ti. Llenaste espacios vacíos y nunca habitados, me recordaste todo aquello que siempre había soñado, me demostraste que si merezco un cuento de hadas en el que seremos felices para siempre, y me aseguraste, con tus maletas en mano, que llegaste para quedarte y te lo agradezco.

Confieso que me conquistaste, y conquistaste cada sueño, cada mirada, cada palabra, cada beso, cada caricia, cada latido y mi corazón y alma completos. Y si, estoy enamorada, muy enamorada. Eres mi SUPERHEROE.

Marie R. Viñas