domingo, 12 de junio de 2011

Lo que eres para mi

Siempre pensé tener un corazón diferente a los demás, no porque pueda dar más amor, sino porque me permito ser más sensible, más pausada y más en atención pero todo eso cambio radicalmente cuando te conocí. Por fin había encontrado en este mundo de prisas, alguien con el corazón perfectamente afín con el mío.

Pensé que era a destiempo. Como es la vida de cruel, como es el destino traicionero y como parece que se las ensaña conmigo para demostrarme que he estado equivocada todo este tiempo, pero también para hacerme saber que no puedo hacer nada al respecto.

Y dolió, dolió inmensamente. Sin embargo soy obstinada y terca, una vez más no le hice caso a más nada que a las cosas que dictaba mi corazón, a cada palabra que brotaba no de mi voz, sino de mi alma. Y así te fui queriendo a diario, sin horarios, sin remordimientos, hasta que quererte no bastaba.

No soy una persona de darse por vencida fácilmente y contigo, aun siendo imposible poder gritarte a los cuatro vientos mi amor, aun así, sigo sin dejarme vencer. Entiendo que eres algo por lo que nunca me arrepentiré de luchar ni me cansaré de hacerlo, siento que eres el único que me ha enseñado lo que es el amor en todas sus pendientes; con locura, con pasión, con ternura, con desenfreno, con lujuria, hasta el amor testarudo que no se rinde, ni porque el universo lo exija.

No se tu, pero te has convertido en parte de mi alma. Sin ti no entiendo el despertar ni el amanecer, no entiendo el tiempo, ni las distancias, ni las circunstancias, no entiendo nada que no sea tu mirar, tus besos, no entiendo nada que no seas tú.

Y me niego a compartir tu amor con otra, me niego a compartir más días de mi vida si no es a ti a quien se los regalo, porque ya no puedo sin ti, ya no puedo perderte otra vez. Es preciso que entiendas que conocerte me ha cambiado la vida, pero que amarte me ha cambiado el mundo.

Debo ser sincera, lo más que pueda. Y es que temo con todas mis fuerzas que se te escape el amor por mí, me da pánico pensar en la sola posibilidad de que no le encuentres razón a mi amor y decidas por tu lado, emprender otro camino, del cual yo ya no pueda ser parte.

Y esta ilusión compartida con tanta vivacidad siento será el fin de toda búsqueda, la llegada a un puerto definitivo, la llegada de todas las respuestas. Eso que nos movió a decir, pensar y sentir que éramos el uno para el otro, y que compartir nuestras vidas sea la única decisión posible, que sea para siempre.

Eres la bendición que le pedí al cielo, eres el rescate que mi corazón y mi alma le piden a la vida. Eres al que le debo mí respirar, eres a quien le debo que la inercia no me haya arrastrado a sus entrañas, eres a quien le debo haber encontrado la exacta definición de amor eterno. Este amor que ha sufrido, pero que es benigno, que no tiene envidia, que no es jactancioso ni se envanece, que no se goza de la injusticia, sino que se goza en la verdad; este amor que todo lo cree, que todo lo espera, que todo lo soporta.

Desde el primer beso que te di, aun tímido y con temor a equivocarse, me dejaste el alma brotada de primavera y hasta el día de hoy, siguen floreciendo esa sensación tan mágica que has dejado en mi cuerpo y en mi corazón.

No me queda más que recordarte que mi amor sigue intacto en el paisaje que dibuje para los dos. Te has vuelto indispensable pero también inolvidable. Gracias por tus palabras que encontraron la perfecta combinación para calarse en los recónditos más profundos de mi alma, donde no ha estado nadie y donde te colocan en el puesto de rey y señor de todos mis latidos.

No quiero que esto muera, no quiero que dejes de sentir por mí, no quiero tener que vivir sin tu presencia, sin tus besos, sin tus caricias, sin tus palabras, sin tu consuelo. No me condenes al olvido ni a la desdicha que sentiré si algún día decides marcharte. Ya no sé quien soy si siento que no estás.

Marie R. Viñas

No hay comentarios:

Publicar un comentario